martes, 28 de mayo de 2013

TEORÍA DE LA DERIVA

Teoría propuesta por Guy Debord que trata la relación ciudad-habitante y la percepción del ciudadano. La palabra deriva tuvo su origen en el termino dériver que significa vagar. 

Entre los diversos procedimientos situacionistas, la deriva se presenta como una técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos. El concepto de deriva está ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza psicogeográfica, y a la afirmación de un comportamiento lúdico-constructivo, lo que la opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo.

Una o varias personas que se abandonan a la deriva renuncian durante un tiempo más o menos largo a los motivos para desplazarse o actuar normales en las relaciones, trabajos y entretenimientos que les son propios, para dejarse llevar por las solicitaciones del terreno y los encuentros que a él corresponden. La parte aleatoria es menos determinante de lo que se cree: desde el punto de vista de la deriva, existe un relieve psicogeográfico de las ciudades, con corrientes constantes, puntos fijos y remolinos que hacen difícil el acceso o la salida a ciertas zonas.

Pero la deriva, en su carácter unitario, comprende ese dejarse llevar y su contradicción necesaria: el dominio de las variables psicogeográficas por el conocimiento y el cálculo de sus posibilidades. Bajo este último aspecto, los datos puestos en evidencia por la ecología, aun siendo a priori muy limitado el espacio social que esta ciencia se propone estudiar, no dejan de ser útiles para apoyar el pensamiento psicogeográfico.

El análisis ecológico del carácter absoluto o relativo de los cortes del tejido urbano, del papel de los microclimas, de las unidades elementales completamente distintas de los barrios administrativos, y sobre todo de la acción dominante de los centros de atracción, debe utilizarse y completarse con el método psicogeográfico. El terreno pasional objetivo en el que se mueve la deriva debe definirse al mismo tiempo de acuerdo con su propio determinismo y con sus relaciones con la morfología social.

Debord define a la deriva como un “modo experimental ligado a las condiciones de la sociedad urbana; técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos”. Por tanto se trata del rastreo de diferentes unidades de ambiente en la ciudad, del deambular metódico en busca de focos de irradiación de emociones para su localización y descripción.


Las enseñanzas de la deriva permiten establecer los primeros cuadros de las articulaciones psicogeográficas de una ciudad moderna. Más allá del reconocimiento de unidades de ambiente, de sus componentes principales y de su localización espacial, se perciben sus ejes principales de paso, sus salidas y sus defensas. Se llega así a la hipótesis central de la existencia de placas giratorias psicogeográficas. Se miden las distancias que separan efectivamente dos lugares de una ciudad que no guardan relación con lo que una visión aproximativa de un plano podría hacer creer. Se puede componer, con ayuda de mapas viejos, de fotografías aéreas y de derivas experimentales, una cartografía influencial que faltaba hasta el momento, y cuya incertidumbre actual, inevitable antes de que se haya cumplido un inmenso trabajo, no es mayor que la de los primeros portulanos, con la diferencia de que no se trata de delimitar precisamente continentes duraderos, sino de transformar la arquitectura y el urbanismo.Se promueve una desorientación, no en el sentido de perderse, sino en el sentido positivo de encontrar caminos desconocidos. Por lo que la ciudad será principalmente un terreno de juego, de aventura y exploración, donde el vagabundeo desorientado favorecerá la creación de situaciones.
En el ámbito de la vida cotidiana, consiste en la construcción de situaciones en las que el individuo o el grupo satisfagan sus deseos o vivieran una aventura.
El modo de percibir el entorno, estas percepciones- sensaciones se relacionan a los lugares, y se establecen conexiones entre el medio físico y los sentimientos y recuerdos, dándole un significado a esos lugares. Los sentidos ayudan a percibir, además de la vista, los sonidos y olores en la ciudad también describen el tipo de actividades que se realizan y su localización.

 

Esta teoría de deriva se puede usar como el análisis de la ciudad obteniendo información valiosa del territorio a través de estos recorridos,  para poder diseñar un buen proyecto, y además se va conociendo a sus habitantes, sus intereses y gustos que tienen, y de esa manera los ciudadanos participan en la planificación de la ciudad, ya que la ciudad es el conjunto de la relación del habitante y el espacio.

Así que además de ser arquitecto y urbanista,  tener esa capacidad de observar, ser sensibles y percibir el espacio, es necesario a veces ser economistas, geógrafos, historiadores, periodistas, artistas, cineastas, comunicadores, fotógrafos, reporteros, sociólogos, estudiosos del ocio, y del transporte.


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