Teoría propuesta por
Guy Debord que trata la relación ciudad-habitante y la percepción del
ciudadano. La palabra deriva tuvo su origen en el termino dériver que significa
vagar.
Entre los diversos
procedimientos situacionistas, la deriva se presenta como una técnica de paso
ininterrumpido a través de ambientes diversos. El concepto de deriva está
ligado indisolublemente al reconocimiento de efectos de naturaleza
psicogeográfica, y a la afirmación de un comportamiento lúdico-constructivo, lo
que la opone en todos los aspectos a las nociones clásicas de viaje y de paseo.
Una o varias personas
que se abandonan a la deriva renuncian durante un tiempo más o menos largo a
los motivos para desplazarse o actuar normales en las relaciones, trabajos y
entretenimientos que les son propios, para dejarse llevar por las solicitaciones
del terreno y los encuentros que a él corresponden. La parte aleatoria es menos
determinante de lo que se cree: desde el punto de vista de la deriva, existe un
relieve psicogeográfico de las ciudades, con corrientes constantes, puntos
fijos y remolinos que hacen difícil el acceso o la salida a ciertas zonas.
Pero la deriva, en su
carácter unitario, comprende ese dejarse llevar y su contradicción necesaria:
el dominio de las variables psicogeográficas por el conocimiento y el cálculo
de sus posibilidades. Bajo este último aspecto, los datos puestos en evidencia
por la ecología, aun siendo a priori muy limitado el espacio social que esta
ciencia se propone estudiar, no dejan de ser útiles para apoyar el pensamiento
psicogeográfico.
El análisis ecológico
del carácter absoluto o relativo de los cortes del tejido urbano, del papel de
los microclimas, de las unidades elementales completamente distintas de los
barrios administrativos, y sobre todo de la acción dominante de los centros de
atracción, debe utilizarse y completarse con el método psicogeográfico. El
terreno pasional objetivo en el que se mueve la deriva debe definirse al mismo
tiempo de acuerdo con su propio determinismo y con sus relaciones con la
morfología social.
Debord define a la
deriva como un “modo experimental ligado a las condiciones de la sociedad
urbana; técnica de paso ininterrumpido a través de ambientes diversos”. Por
tanto se trata del rastreo de diferentes unidades de ambiente en la ciudad, del
deambular metódico en busca de focos de irradiación de emociones para su
localización y descripción.
Las enseñanzas de la
deriva permiten establecer los primeros cuadros de las articulaciones
psicogeográficas de una ciudad moderna. Más allá del reconocimiento de unidades
de ambiente, de sus componentes principales y de su localización espacial, se
perciben sus ejes principales de paso, sus salidas y sus defensas. Se llega así
a la hipótesis central de la existencia de placas giratorias psicogeográficas.
Se miden las distancias que separan efectivamente dos lugares de una ciudad que
no guardan relación con lo que una visión aproximativa de un plano podría hacer
creer. Se puede componer, con ayuda de mapas viejos, de fotografías aéreas y de
derivas experimentales, una cartografía influencial que faltaba hasta el
momento, y cuya incertidumbre actual, inevitable antes de que se haya cumplido
un inmenso trabajo, no es mayor que la de los primeros portulanos, con la
diferencia de que no se trata de delimitar precisamente continentes duraderos,
sino de transformar la arquitectura y el urbanismo.Se promueve una
desorientación, no en el sentido de perderse, sino en el sentido positivo de
encontrar caminos desconocidos. Por lo que la ciudad será principalmente un
terreno de juego, de aventura y exploración, donde el vagabundeo
desorientado favorecerá la creación de situaciones.
En el ámbito de la vida cotidiana, consiste
en la construcción de situaciones en las que el individuo o el grupo satisfagan
sus deseos o vivieran una aventura.
El modo de percibir el entorno, estas
percepciones- sensaciones se relacionan a los lugares, y se establecen
conexiones entre el medio físico y los sentimientos y recuerdos, dándole un
significado a esos lugares. Los sentidos ayudan a percibir, además de la vista,
los sonidos y olores en la ciudad también describen el tipo de actividades que
se realizan y su localización.
Esta teoría de deriva
se puede usar como el análisis de la ciudad obteniendo información valiosa del
territorio a través de estos recorridos, para poder diseñar un
buen proyecto, y además se va conociendo a sus habitantes, sus
intereses y gustos que tienen, y de esa manera los ciudadanos
participan en la planificación de la ciudad, ya que la ciudad es el
conjunto de la relación del habitante y el espacio.
Así que además de ser
arquitecto y urbanista, tener esa capacidad de observar, ser
sensibles y percibir el espacio, es necesario a veces
ser economistas, geógrafos, historiadores, periodistas, artistas,
cineastas, comunicadores, fotógrafos, reporteros, sociólogos, estudiosos del
ocio, y del transporte.
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